Poesía profética en tiempos de crisis, prólogo al poemario "Este amor tuyo" de Patricia Chacón Calderón


~ por Alejandro Concha M .~

Prólogo escrito para el libro Este amor tuyo, de Patricia Chacón Calderón.


Entonces, respondiendo Jesús, les dijo:
 Erráis, ignorando las Escrituras y el poder de Dios.
(Mateo 22:29)

No es misterio para nadie que el primer libro de poesía impreso por Gutenberg hacia 1440 fuera la biblia. De manera histórica, la relación entre lírica y adoración ha estado profundamente arraigada en la cultura del ser humano. Por lo mismo, al empezar a leer el libro que se me convoca a prologar, una infinitud de inquietudes sincera mis palabras.

Patricia ha traído hasta ustedes –queridos lectores– un libro valiente (Josué 1:9) en tiempos donde la fe cristiana, en Chile y en el extranjero, sufre continuos embates que dificultan su labor de iluminación en el mundo. Como buena constructora de la palabra, la autora nos trae un libro ágilmente compuesto de tres partes; testimonio, pewma (sueño) y poesía.

Sobre esto, Patricia da cuenta por medio de su escritura acerca de un trato directo con Dios, una experiencia de vida, o sea, algo tangible, real. Respecto a esto, recuerdo leer del autor chino T.S. Watchman Nee la principal diferencia entre un testimonio y un sermón. El sermón (según Nee) son sólo las palabras usadas, mientras que el testimonio (más relacionado a la experiencia del ser humano) es el que cambia a las personas, pues se trata de algo que nos afecta en lo más profundo, aboga por nuestra emocionalidad; esto lo podemos leer en un versículo de la primera carta a los Corintios:

Porque el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder (1ra Corintios, 4:20)

En Este amor tuyo, nos encontramos con poemas como Solicitud o Guerrera, donde la autora escribe a modo de petición: “Le dije a Dios: / Desnúdame, / quiero verme con tus ojos” para acabar diciendo: “Rodéame de valientes. / Quiero gente osada…

A lo largo de todo el libro, la autora nos habla de temores y ansias de un cristiano en búsqueda de agradar a su Señor, donde la humanidad y la carne se enfrentan a una espiritualidad que se rebosa a cada instante: “No dejes que la sangre se haga lava”, “Aquí me tienes Dios, / atalayando mis propios territorios”, “Arráncame las mariposas,/ los abejorros y las mosquetas;/ roe los hilos rojos y el de plata, que nos los quiero”.

¿No hay acaso en estos poemas los mismos problemas que tú y yo, hermano o hermana, solemos enfrentar en nuestro día a día? ¿Cómo nos enfrentamos a esas dificultades, sino a través de la oración? La oración es esencial en la vida de todo creyente, Orad sin cesar nos dice la Biblia (1Ts 5:17).

Medito, por ejemplo, en esas palabras de Jesús, epígrafe en el encabezado: Erráis, ignorando las escrituras y el poder de Dios, palabras dichas a los fariseos que buscaban en él algún error. En la doctrina cristiana, no sólo es necesario absorber la escritura como mero conocimiento, sino también es necesario conocer el poder de Dios, y por lo tanto, su voluntad. Ello se logra a través de la alabanza, pero también de la oración y su disciplina. Una muestra de esto nos la da el propio Jesucristo. Durante la noche de Getsemaní nos encontramos con Cristo en su momento de máxima debilidad…

Y tomando a Pedro, y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera. Entonces Jesús les dijo: mi alma está muy triste, hasta la muerte, quedaos aquí y velad conmigo. (Mateo, 26:37-38)

Siga usted la lectura. A lo largo de los siguientes versículos, nuestro salvador se encuentra en un momento de agonía absoluta. Él, como hijo de Dios, conocía de antemano la traición que Judas Iscariote habría de realizar en su contra, conocía de la negación de Pedro, y aun habiéndolo advertido, este mismo se habría quedado dormido mientras Jesucristo oraba en la solemnidad de la noche.

En el momento más triste y difícil de cualquier ser humano, como lo es enfrentarse a la muerte, Cristo pide ayuda a sus hombres de confianza, sin embargo, se encuentra temeroso, solo, postrándose en oración.

Diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya (Lucas 22:42)

Algo se nos desvela versículos más abajo, Cristo, por medio de la comunicación con Dios, alcanza a comprender la voluntad de su padre y está dispuesto a aceptarla; esto es muy valioso; solemos siempre conversar de nuestras oraciones contestadas, mas, nunca del silencio necesario para que se haga su voluntad.

…Cada día estaba con vosotros enseñando en el templo, y no aprendisteis; pero es así, para que se cumplan las escrituras” (Marcos, 14:49)

Se asemeja incluso a las palabras que el apóstol Pablo usa para referirse a su enfermedad en 2 de Corintios 12:8-9 “Respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. Y me ha dicho: Bástate de mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo”.

Es cierto que estamos en momentos de indefiniciones. A medida que la crisis de la iglesia se acrecienta, está la interrogante y la búsqueda de una espiritualidad diluida entre medios de comunicación. Es, por eso importante el trato directo con Dios, encontrar nuevas maneras de adoración cuando la confianza en las instituciones decae.

Creo (de manera muy personal) que ha llegado el momento de desterrar el término Poesía Mística, y reemplazarlo por aquello que conforma su naturaleza. La nuestra es una Poesía profética, porque el poeta cristiano ha sido convocado por Dios para exhortar a través del lenguaje, consolar y edificar. El creyente no ha sido llamado para la división, ni tampoco para tener espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. (2 Timoteo 1:7)

La lírica cristiana de la cual Patricia nos trae una fuente cristalina, ofrece en su conjunto de símbolos y la sinceridad del lenguaje, la posibilidad de tener esa comunión con Dios. Entender que en el caos donde estamos inmersos, la voluntad del Salvador se manifiesta en nuestras vidas por medio de un todo (Hebreos 1:3) y que, dada por gracia, nos otorga una concisa manera de confesarle, la poesía.

…que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.”
(Romanos 10:9)

Alejandro Concha M.
Escritor y poeta
  


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