Homenaje a Romualdo Pino Orellana


Homenaje a Romualdo Pino Orellana


Agrupación de escritores La Compuerta N°12, La Balandra poética y el CRA  de Escuela Thompson Mattews, realizamos en conjunto una actividad de mediación literaria y patrimonial llamada Homenaje a Romualdo Pino Orellana, poeta y profesor de la antaña Escuela Matías Cousiño de Lota.

En esta actividad asistieron las poetas Magdalena Opazo Maldonado, quien regaló algunas copias de su libro Bajo tu sombra, Eulalia Ramos, Heredia Hidalgo y el escritor Víctor Gómez Hernández, ex estudiante de la Escuela Matías Cousiño y alumno del profesor homenajeado.

Leímos frente a un grupo de estudiantes muy participativos, en el marco de las actividades del día del libro, donde además de leer textos propios, se realizó una conmemoración del mencionado profesor por medio de su poema Adiós de los niños mineros, el cual puedes leer al final de esta entrada:














EL ADIÓS DE LOS NIÑOS MINEROS

Romualdo Pino Orellana (Lota, 1957) 


Ya están en silencio
los bosques profundos de toda mi patria
de las tumbas viejas
donde al sol se queman los tarros mohosos con flores resecas
surge una bandada de palomas blancas
el cielo se enconde con luces de pena.
Por la ventanilla un carro violáceo, ceñido de oro con ribetes negros,
asoma una mano, delgada y tranquila
portando azucenas y un adiós en versos
desde las quebradas de estos cerros nuestros,
mil ojos se elevan, mil ojos pequeños,
las ropas roídas, las pupilas tristes,
húmedas pupilas de niños mineros
Se ha ido Gabriela por entre las nubes 
se aleja su carro violáceo, ceñido de oro con ribetes negros.

La vida la entrega con sus dedos yertos.
La muerte la abraza como cisne negro.
Y acá en las quebradas
vestidas de luto con carbón de piedra
donde bailan los trompos y rezan las madres
lloran oraciones los niños obreros...
Las blancas palomas se han tornado estrellas
Gabriela se ha ido, por azules rutas de inmenso sendero.
Los mil piecesitos de los niños nuestros,
llorando guijarros caminan su invierno
pasadas las noches de los pies descalzos
brotaron las flores del choapino verde de los cerros nuestros.
Los niños, entonces
(sonrisa divina del cruel universo)
trenzarán sus manitos celestes
y en sencillas rondas vivirán tu sueño.
Te fuiste Gabriela.
Está triste la escuela del pueblo
la hiedra del patio no se mece al viento
y por las mañanas 
sus hojitas rústicas se cubren de lágrimas.

Han llorado mucho los niños morenos...
Gabriela, te has ido...
dejaste en silencio la escuela del cerro
y por el camino triste y polvoriento
con su propio poncho se enjuaga tu pena
el suave coraje del niño chileno
y tú te marchaste...
Es larga la noche de todos los tiempos,
dejaste en el mundo tu huella,
sembraste caminos de poemas tiernos.
Ya todo se ha ido...
están en silencio los bosques profundos de la patria.
El río, los pájaros
el poncho del guaso
y la hiedra triste de la vieja escuela
se han ido contigo.
Divina Gabriela...
y aquí en las quebradas de los cerros nuestros
rayando epitafios en la rauda tierra,
con las manos sucias de carbón de piedra
descalzos se quedan los niños mineros.-


En conmemoración del fallecimiento de la poeta Gabriela Mistral
publicado en diario El Sur y La Opinión, 1957




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