El legado de la poética minera de Benedicto Opazo Benítez

(1953 – 2023)
Por: Alejandro Concha M.

In memoriam

1. BENEDICTO OPAZO: DIRIGENTE, POETA Y MINERO DEL CARBÓN

Conocí a Benedicto Opazo primero como dirigente. En ese entonces, yo tenía 18 años y realizaba mi práctica profesional en el CVD Barrio Históricos Pabellones. Dicha organización llevaba años desempeñando una labor necesaria de difusión y participación ciudadana mediante talleres y capacitaciones en oficios, enfocados en la puesta en valor del patrimonio cultural lotino. Estas actividades atraían a una serie de dirigentes, autoridades y gestores culturales, muchos de los cuales habían sido mineros del carbón.
 En ese contexto lo conocí. No conversamos mucho. Llevaba consigo un ejemplar de su poemario “Mi ángel ciego”, una plaquete de cuarenta páginas con el subtítulo de “poesía y antipoesía”. Años después, ya en el 2022 y en medio de la pandemia del coronavirus, tuve el privilegio de publicar a través de Ediciones La Balandra Poética “Todos los castillos son de cartón”, última obra que publicaría en vida, el cual resultaría ser su libro más extenso, así como aquel que mejor daba cuenta de todas sus inquietudes.
 Benedicto Opazo no se consideraba un poeta popular; por el contrario, siempre mostraba un gran interés en nuestras conversaciones sobre vanguardias. Le interesaba la obra de Volodia Teitelboim, Nicanor Parra y Pablo Neruda, aunque nunca se consideró un continuador. Valoraba en ellos su talento para tender, entre la solemnidad del poema y la cotidianidad, un sendero accesible de sincera cercanía con sus lectores. De ahí el interés en la declamación, el registro de la oralidad y su complicidad con la veta antipoética.
 Es difícil desentender la obra de Benedicto Opazo de su pueblo natal, su historia y sus luchas. Con una voz poética nacida en la precariedad y el abandono estatal sobre un territorio castigado, según sus propias palabras, comenzaría a escribir en los papeles desechados de la empresa minera, a la luz de las lámparas subterráneas de Pique Nuevo y ante la necesidad económica por no tener para comprar un libro para su hijo. Su formación se desarrolló en el subterráneo del Sindicato Industrial Minero donde, dirigidos por la poeta María Ester Pradenas, fundarían junto a otros cinco compañeros el Taller literario Carbón.
 Chile retornaba a la democracia y mientras el país se reencantaba con la política, en Lota comenzaba a surgir el miedo ante el cierre inminente del mineral. Los años ‘90 fueron tumultuosos para la comuna y entre los mineros se sentía una creciente preocupación. En el quinto Boletín informativo “El Heroico”, publicado por el Sindicato N°6, los trabajadores expresaban su inquietud por las políticas neoliberales continuadas al término de la dictadura. Observaban con preocupación los posibles altos índices de cesantía, la inseguridad laboral y la deserción escolar. Esto ocurría en el marco de la llamada Ley 19.129, que incentivaba el retiro de los mineros con más de 18 años de servicio. Lo que preocupaba a los trabajadores, es que estas medidas no fueran suficientes para salvar la mina y que cualquier proceso de rescate de la misma se llevara a cabo a costo del empleo y bienestar de sus trabajadores.
Resulta casi poético adentrarse a la página cultural del boletín y encontrarse con un poema de Benedicto Opazo, escrito de manera casi apocalíptico y visionario.

Las salas desvanecidas
Espejismo
pequeño mundo negro
muda tosca
madera metal.
Socavón sacado me oprime
escupe carbón
escupe tosca
escupe ofensa.

 El poema citado corresponde a “Sudor Herido”, título que compartirá con la antología homónima publicada por el Taller literario Carbón y seleccionada por la propia María Ester Pradenas. Este volumen abrió para los poetas mineros un espacio en universidades, revistas, recitales y presentaciones en la Sociedad de escritores de Chile en 1993. En este libro, además del poema mencionado, encontraremos otros 15 poemas del autor, los cuales reflejarán a la perfección los caminos que su lírica seguirá durante los años posteriores.


2. LOTA: MADRE Y AMANTE

Si hay un hecho que no podemos negar, es que el papel de las mujeres en la época minera a menudo es invisibilizado. La configuración patriarcal de la familia obrera reduce su rol a los espacios cotidianos y la excluye del proceso productivo (al menos en la narrativa predominante). En el imaginario tradicional, la presencia de mujeres en la mina se asocia con la desgracia, una superstición que —de manera metafórica— las relega al rol de madre y esposas. Otras, que buscan su sustento en labores relacionadas a la explotación carbonífera, desempeñarán tareas residuales, como bronceras, chinchorreras o rescatadoras.
Sin embargo, este menosprecio se revierte en la obra de Benedicto Opazo. Por el contrario, las figuras femeninas tienen un lugar protagónico en su imaginario poético, asociadas a la adoración, al amor ágape, filial o al eros.
En contraste con la brutalidad del trabajo: la ternura y el calor del hogar ocupan un lugar preciado para el poeta del carbón. Lota es representada como una mujer. No es de extrañar, entonces, que la ciudad ocupe un sitio privilegiado en los poemas de Benedicto Opazo; como en el poema “Sin sueño mañana”, donde la ciudad es mencionada como Madre de cesantes sonámbulos. Al igual que en otros textos, se resalta el aspecto femenino de la ciudad, como una madre castigada por la explotación y destinada a sufrir el sino de sus hijos bajo tierra. El poeta se comprometerá con su sufrimiento y la asociará con sus sueños, deseos y esperanzas. Como cualquier hijo, pregonará el bienestar para su madre, mirándola con amor.


3. LA CONDICIÓN OBRERA

En la poesía de Benedicto Opazo el trabajo tiene una doble significación: dignifica, pero también humilla. A primera vista esto puede parecer una contradicción, aunque prefiero interpretar esta percepción fatalista de la condición obrera —presente desde tiempos de Baldomero Lillo— como una incertidumbre la cual, y como en cualquier obra artística o literaria, nos enfrenta a nuestras preguntas sobre la muerte.
Desde sus primeros poemas, la muerte tiene un significado literal como también simbólico. El autor escribió gran parte de su obra inicial durante el retorno a la democracia y el cierre definitivo de las faenas extractivas en 1995 y 1997; para Opazo, perder la fuente laboral es perder la identidad, privarles el pan a los mineros es sinónimo de una anulación metafórica de su pasado y presente.

Canto obrero
grita
Pueblo, pueblo, pueblo

(Del poema “Suelo olvidado”, Sudor Herido).

La continua vulneración que adolece el hablante frente a la fuerza de una historia que lo aplasta y descarta, es el detonante para distintos textos. Esto lleva al poeta a reflexionar sobre su infancia, la precariedad y el poder. Nos entrega así múltiples poemas sobre religión, el deambular en las calles o el sindicalismo, tres actitudes que buscan resistir a esta fuerza intangible que denuncia en sus poemas.
La vida no ha sido justa con el minero del carbón. Consciente de su condición, que no es más que la propia condición humana, reivindica el derecho a sentirse ofendido, a no aguantar el golpe en la mejilla y revelarse a los desengaños del poder.


4. SONIDOS DE UNA CIUDAD QUE YA NO EXISTE

Extrapolándonos del texto, podemos apreciar la atención que Benedicto Opazo presta al oficio del declamador. Él comprende la labor crucial de darle carácter al poema por medio del sonido, algo muy propio de la elocuencia sindicalista que era usual en las grandes asambleas mineras. El discurso público no solo busca transmitir un mensaje, sino también conmover y persuadir a la multitud.
Al abrir las páginas de sus libros, encontraremos imágenes recurrentes que conforman un caleidoscopio de sus inquietudes y obsesiones. Una de estas es la imagen sonora. Aquí destaco dos corrientes: la primera reúne a sus primeros poemas, los poseen una versificación de imágenes muy concretas, sintéticas y casi eriazas, pero cargadas de honda significancia.

Niño de yeso
En tu rostro dolido
Mudo sereno inocente
Veo olvido madre sin nombre

(Del poema “Niño de yeso”, Sudor herido).

Estos fragmentos, que se presentan como el golpe de una picota contra la veta, emulan la respiración de una labor ahora inimaginable. Trabaja las palabras como piedras, las deja caer sobre nosotros y nos expresa, a través de su dolorosa respiración, una impotencia difícil de encontrar en otras poéticas, incluso entre sus contemporáneos.
La segunda corriente germinará del habla cotidiana, del registro de modismos, expresiones o apócopes.

Avísense feligreses
Y los cuicos suelten las chauchas
Levantemos el corazón
Ellos están eximidos de pecados
Roguemos por los políticos
Son despojos mutantes
El porrazo duele fuerte
Hermanos chapes retornen a su caparazón

(Del poema “Amados hermanos”, Todos los castillos son de cartón).

Podemos percibir la influencia del lenguaje coloquial. Opazo utiliza este registro para crear un contraste y expresar así su crítica social.


* * *

Abundan los estudios sobre el rol que el trabajo desempeña como factor en la construcción de nuestra identidad colectiva. Lota es el claro ejemplo de cómo 150 años de tradición minera pueden tejer una red de significantes que alteren el lenguaje y prácticas de un pueblo. Así como nuestra historia deja su huella en los monumentos, en el habla y las tradiciones, lo hace en su poesía. Entonces, podemos hablar de un Patrimonio cultural literario aún vigente.
Por medio de un lenguaje vívido, Opazo nos devuelve una Lota perdida. No es solo el impacto de la sal y el sudor en la oscuridad del brocal al que nos asomamos cuando lo leemos, es también su compromiso, el tono y espíritu de una ciudad que se transforma a medida que el tiempo transcurre sobre nosotros.
Las duras condiciones de vida no fueron suficientes para aplacar el espíritu de hombres y mujeres que, sobreponiéndose a la adversidad, edificaron en conjunto el progreso de sus familias, de un pueblo y de un país. Ni el rechazo ni la repulsión nos arrojó al olvido de esas fuerzas superiores que Opazo denuncia.
Benedicto Opazo nos deja un legado literario invaluable que nos conecta con la historia y realidad de un país que fue, es y seguirá siendo minero. Nos invita a reflexionar sobre nuestra identidad como sociedad e individuos.
En un momento escribí que la importancia histórica de Benedicto Opazo no es solo para Lota, sino para el mapa literario de Chile. Su partida nos deja un vacío, pero también nos brinda la fortuna de tener en nuestra historia la voz y compromiso de un autor que supo transmitir, a través de un lenguaje directo y pasional, el lamento y protesta de aquellos que sufren la opresión.
Su poesía nos invita a reflexionar sobre el pasado, presente y futuro de nuestra sociedad, recordándonos que las luchas por la justicia y la dignidad humana son constantes y siempre necesarias.

En Subsole, 21 de abril de 2023


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