Palabras en homenaje a Albino Echeverría Cancino desde la comunidad de Lota

 La luz que nos permite ver reclama su espacio. Ante los avatares de la era digital y la irrupción luminiscente de la tecnología, la rapidez con la cual el ojo se transporta de un extremo al otro del planeta, además de permitirnos conocer otras realidades, nos distrae en una zarpa de mentiras e ilusiones ópticas. Dejamos atrás en algún momento la verdad de las cosas sencillas, la humildad del vino, de la fruta y lo perecedero. El paisaje del Biobío nos es tan distante en este ensimismamiento, en este mirarnos la ropa por encima y no reconocer en nuestras manos ni frentes la lluvia de Lota, el aroma de los valles centrales, los trayectos interminables entre destino y destino, o entre la infancia y la experiencia, desde Biobío al Maule, de Cauquenes a Concepción. 

Hoy nos toca manifestar nuestro cariño a don Albino Echeverría Cancino, aun sabiendo que su personalidad es escurridiza a reconocimientos pomposos y desmesurados. Hacemos presente nuestro agradecimiento a una persona que, desde la entrega permanente a la pintura, ha alimentado un vínculo imposible de ignorar con nuestra querida tierra de Lota. 

De don Albino Echeverría, podemos decir que nació en 1929, en Cauquenes, región del Maule. Trabajó en la Fundación de Cultura de Concepción en 1965 y fue decorador cerámico en la fábrica Fanaloza en 1970, luego de estudiar en la Academia Libre de Bellas artes de Concepción. En 1970, fue invitado por el entonces director de la Casa del Arte de la UdeC a participar como asesor artístico, donde desde 1972 ejerció como docente hasta la década de los ‘80. Fueron años difíciles para el arte nacional. 

No hablaremos aquí de sus incontables premios, donde destacan el Premio Municipal de Arte de la Ilustre Municipalidad de Concepción, en 1978, o del Premio Regional de Arte y Cultura de la Región del Biobío, en el año 2004. Ya hablarán de ello las reseñas y los encabezados periodísticos. En cambio, nuestras palabras, que provienen de un genuino afecto, dirán que es hijo de un padre carpintero, oficio de ebanista en el que aprendió de pequeño el pulso, el movimiento de sus manos entregándose a la materia. La nobleza de la madera, la sencillez de las herramientas y el temple frente a la forma, otorgaron a su carácter una conducta que hoy reconocemos como un ejemplo: la generosidad. 

De su obra destacamos el tema central que nos cruza y nos conecta, la que nos permite, al pararnos frente a un paisaje o un bodegón, ver en el surco del pincel sobre la tela un pedazo de nuestra memoria emotiva, los aromas y perspectivas de un paisaje que poco a poco hemos ido depredando, pero persisten a modo de fantasmas y cobran materialidad en el cuadro.   

Como comunidad artística de Lota, nos sumamos al saludo a quien, aún en momentos difíciles, ha persistido en la construcción de nuestra cultura regional. Porque pintar desde la región es una tarea de educar la mirada, de conservar desde el líquido salino del recuerdo la forma del movimiento. Por su trayectoria, ligada a la difusión y a la creación artística, nos sumamos porque creemos en el poder transformador del arte sobre el intelecto y espíritu de los seres —libres y esclavos—, porque sabemos que para edificar cultura es necesario reconocer la obra de quienes estuvieron antes, de quienes nos mostraron el camino con su trabajo y cimentaron los pilares que hoy nos permiten avanzar. 

A don Albino estas palabras, nuestro respeto y más sincero cariño, desde la comunidad de Lota, a la que siempre vuelve y que se complace en llamarlo —más que colaborador— un amigo. Por volver a ver nuestros paisajes, por devolvernos la verdad del color y de la luz.

Alejandro Concha M. 
Artista visual Albino Echeverría Cancino, junto al poeta Alejandro Concha M.


Con la tecnología de Blogger.