Apreciación a la exposición "Sin línea argumental" de la pintora Marcela Velozo


La realidad, por sí misma, es incomprensible; a momentos parece no tener un guion que rija o norme las acciones, sus ramificaciones narrativas y probables desenlaces. La naturaleza es intrínsecamente caótica y, en contraste con su crueldad, revela belleza a través de los azares, como el vuelo de las aves o el lento pero perfecto crecimiento de un árbol. 

Debido a la existencia de las palabras, existe el orden. Nombrar, decir, romper el pasmo y pronunciar el nombre secreto de las cosas nos permite organizar la realidad y establecer un límite (o frontera) para cada elemento en nuestra percepción del mundo; al decir «pan», dejamos de decir «mesa», por ejemplo. La palabra representa esa cosa y no otra. Por ello, no es casual que la primera tarea de Dios en el Génesis sea nombrar a los seres vivientes.

Sin embargo, las palabras no son infalibles, y así como cualquier elemento de la técnica —cualquier cosa creada por el ser humano— puede presentar fallas.

«Cuando las amadas palabras cotidianas pierden su sentido / y no se puede nombrar el pan (…) algo nos recuerda la verdad / que amamos antes de conocer / (…) el silencio nos revela el secreto que no queríamos escuchar», dice el poeta Jorge Teillier.

Me atrevo a decir que, cuando Marcela Veloso titula su muestra «Sin línea argumental», que equivale a «sin guion» o «sin relato», nos desafía a cuestionar nuestras propias respuestas, provocando uno de los instintos primarios del ser humano: la incertidumbre y vivencias que configuran nuestras biografías sin explicación. No es casualidad; Marcela recoge en esta muestra obras de diversa índole que, al igual que en la naturaleza misma, se manifiestan en un cuidadoso caos. Nos invita a encontrar en nosotros la reflexión y las palabras que ella misma ha dejado atrás. 

La palabra «argumento» proviene del latín y se traduce literalmente como «instrumento para justificar o dar razón a algo». Ante la ausencia de un argumento que justifique la obra (como si esta necesitara justificación), la línea en estos cuadros no es argumental, sino una línea pictórica: la línea de un dibujo trazado por una mano que navega el desorden, aventurándose y dejándose sorprender.

Como decía el poeta, «el silencio nos revela el secreto». El asombro es el no poder decir. Enfrentar a la bestia de la incertidumbre a través de estas obras, que siempre flirtean con la experimentación, nos ayuda a decidir si saltar o no a la acción. Observar, estudiar y experimentar el rigor de la pintura frente a la cosa representada es donde reside la fuerza de las obras de Marcela Veloso.

Alejandro Concha M. Lota, agosto 8 de 2033.




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