Sentir, soñar y querer en Lota: procesos y resultados del Taller de Literatura y Patrimonio de Lota

Nos sentimos orgullosos de presentar la antología literaria «Soñar, sentir, querer…», escrita por los estudiantes del Taller de Literatura del Programa de Educación en Patrimonio Cultural Infanto-Juvenil de Lota; iniciativa enmarcada en las acciones del Programa de Revitalización de Barrios de la Subsecretaría del Desarrollo Regional y Administrativo. 

La presente publicación es la síntesis del trabajo realizado de forma sostenida durante aproximadamente un año: un camino de escritura y aprendizaje enfocados en la entrega de herramientas didácticas y teóricas destinadas a abrir la experiencia de la escritura literaria a la puesta en valor del patrimonio cultural y la autoexploración. Tanto su título como la disposición de los textos, han sido fruto de la decisión consciente de los estudiantes, quienes se embarcaron en horas de escritura, selección, edición y corrección para que el producto final de este taller reflejara las inquietudes de los jóvenes lotinos del presente. Conforme a ello, creo que todo taller literario destinado a la adolescencia, además de ser un vehículo para el fomento de la escritura, debe ser un espacio para el desarrollo de la personalidad, el espíritu crítico y un entorno seguro para la expresión de sensibilidades, sueños, esperanzas y deseos de los jóvenes. 

El vínculo con nuestro entorno es crucial para hablar de educación identitaria; por ello, este trabajo lleva por título «Soñar, sentir, querer…», un manifiesto que, en su afán de aportar nuevas visiones acerca de nuestra identidad cultural, es el fiel reflejo de los valores que intentamos transmitir con esta publicación.

Aunque algunos participantes se inscribieron por un interés anterior, ninguno de ellos tenía experiencia previa en talleres de escritura creativa, siendo esta su primera participación en una instancia de esta naturaleza. Durante las sesiones, abordamos distintos aspectos de la creación literaria, siempre situada en Lota y sus alrededores, y guiada por las inclinaciones de cada estudiante. Así, se realizaron análisis y lecturas colectivas de escritores, abordando las tradiciones y escuelas que han acompañado los procesos históricos de nuestro país. Más que una clase de literatura, la enseñanza de recursos literarios y retóricos estuvo enfocada en la experimentación, permitiendo que cada poeta adoptara las técnicas y géneros que más aportaran a su estilo y mejor se ajustaran a su voz autoral.


a enseñanza teórica, acompañada de didácticas de escritura creativa, es el germen de gran parte de los textos incluidos en este volumen. La lectura comentada, la crítica constructiva y la socialización de los trabajos en cada jornada, con un enfoque constante en la autoevaluación y la retroalimentación, transforman cualquier proceso de escritura en una experiencia colectiva que añade valor a la tarea, a menudo solitaria, de escribir. La concientización del entorno, a través de una lírica situada y conectada con las problemáticas de otros jóvenes, otorga a este libro un valor especial dentro de la diversidad bibliográfica de la Región del Biobío. El anhelo de sus autores es mostrar un territorio distinto, libre de los prejuicios y estigmas que arrastra una zona histórica como la nuestra. Demuestran así que no nos hemos quedado en el pasado, sino que deseamos conectarnos con él y limpiar el rostro negro de nuestra zona minera, sin avergonzarnos de lo que fuimos, sino usando nuestro ejemplo de empuje y persistencia como materia prima para obras artísticas profundamente humanas.

Cada estudiante comenzó respondiendo a la pregunta: «¿Qué significa para mí escribir desde Lota?» Las respuestas, por supuesto, varían; sin embargo, es correcto afirmar que el orgullo y la inspiración que emanan de lugares como Lota en la juventud actual, con toda su épica en constante transformación, reflejan una recambio generacional y evolución del pensamiento. No es un ejercicio de vana nostalgia ofrecer a los jóvenes la oportunidad de revisitar estos temas: quien ama, cuida, aprende y experimenta.

La muestra comienza con Nayareth Benítez Faúndez. A pesar de ser la más joven del grupo, sorprende su madurez y sensibilidad tanto en los temas que aborda como en la construcción de sus poemas. Más hermética e íntima que sus compañeros, su escritura revela una apreciación profunda por las palabras, no solo por su significado, sino por su capacidad de transmitir emociones. Su estilo es depurado y cuidadoso, construyendo escenarios inmersivos que nos transportan y permiten explorar los claroscuros de la vida. En sus versos, la lectura revela una verdad transparente, como un claro en un bosque nocturno.


Génesis M. Henríquez es una poeta a la que me referiré como una alquimista. Vertiginosa e intensa, es dueña de sus recursos y de su proceso; experimenta con las palabras y las hace suyas transformándolas en un juego de tipografías, sonidos y texturas. Presta cuidado a las emociones del lector, reúne significantes en torno a sus ideas y las hace chocar, generando chispas de nuevas posibilidades. Para Génesis, las palabras no solo deben decir algo, sino también tener aroma, color y fuerza propia. Cada verso tiene vida, sus poemas nos convocan y nos obligan a prestar atención.

Jade Espinoza Burgos destaca por su compromiso social. En su poética, donde nosotros vemos claveles, ella percibe fuerza; donde vemos olvido, encuentra fundamentos para el futuro. Provoca reflexiones críticas sobre nuestra sociedad, humaniza y da voz a sus protagonistas, desafiando concepciones sobre cómo hemos sobrellevado conceptos como «la dignidad». Incisiva, aborda uno de los tópicos más recurrentes de la poesía chilena: la memoria. Problematiza y polemiza sobre derechos humanos, identidad cultural, familia y justicia, pero su camino siempre es hacia su interior, comprendiendo que son las historias particulares las que construyen el gran entramado de la historia.

Justin Jara Landaur trae a nosotros un conjunto de poemas enigmáticos y reflexivos. De su lírica, lo más incierto y cautivador es el desdoblamiento en un «otro» que se presenta de forma continua: un doppel al cual encara y confronta, revelando asertivamente una actitud de autoexploración en el desarrollo de los poemas, así como un empoderamiento sobre su devenir y personalidad. Justin observa su pasado y habla sin complejos de aquello en lo que desea convertirse. Posee un coraje natural. Hay que ser valiente para mirar a nuestros fantasmas a la cara y tomar control de nuestras decisiones.


Conocí a Sofía Bastías Neira a sus trece años en la Librería Cervantes y Shakespeare durante la pandemia. Ella es así: una chica despierta, inteligente y segura de sí misma, siempre abierta a aprender y explorar. Aquí presentamos una selección de sus textos más recientes, que van desde la poesía hasta la narrativa. Sofía no pierde oportunidad para escribir; todo lo que aprende se convierte en texto. Se mueve con destreza entre diversas formas y recursos escriturales. Entiende que escribir no solo es un medio para registrar la historia, sino también para encontrar belleza en las distintas situaciones de la vida.

Abordar temas como la identidad, la herencia y la memoria —cuestiones que englobamos en el concepto de patrimonio cultural— desde la escritura creativa es preciso no por antojo de unos cuantos nostálgicos, sino porque ellas, las palabras, transforman al escritor en un investigador, un explorador de su entorno y un sujeto opinante; contribuyen al desarrollo de la personalidad individual, invitan a conocer nuevas perspectivas de aquello que nos rodea, reconstruyen los vínculos, enseñan carácter, disciplina, compromiso y, quizás lo más importante, educan el sentir al empoderarnos sobre nuestra lengua. La escritura creativa nos enseña a amar, y bien sabemos que el amor es la madre de la ternura y la empatía.

Antes de cerrar, quiero destacar que entre nuestras actividades contamos con instancias valiosas, como sesiones de escritura al aire libre en el Parque Isidora Goyenechea, visitas a monumentos nacionales como el Centro cultural comunitario Pabellón 83 y la clínica literaria junto al escritor Michael Rivera Marín, cuya exposición acerca de la relación entre patrimonio y literatura refrescaron la visión de los jóvenes acerca de su propia historia. 


Es menester agradecer y destacar la participación de Javiera Albial, Daniela Inostroza, María José Segura y Sae Navarro, estudiantes del taller de ilustración, guiadas por Ciro Díaz Duereu, que aportaron con sus ilustraciones para este volumen. Así mismo agradecer a la artista visual Sharon Cruces por la ilustración de la cubierta.

El «Programa de Educación en patrimonio cultural infantojuvenil» es la materialización de una lucha continua de las organizaciones de la comuna por establecer la educación artística como un elemento preponderante en el rescate de nuestra cultura frente a las brechas generacionales, los flagelos sociales de la precariedad y el avance del óxido y la ruina. Tras el cierre de la mina de carbón, múltiples entidades hemos llevado a cabo, durante más de veinticinco años, la tarea no solo de concientizar a una generación desencantada acerca de su propio valor, sino también de dar a las nuevas generaciones un espacio para interpretar, apropiarse y participar en el debate que nuestra historia suscita en el imaginario cultural.

Entregar a Lota una nueva generación de poetas me llena de orgullo, pero acompañar este proceso de crecimiento y aprendizaje me conforta. En el arte persiste nuestro sueño de ver una ciudad distinta, dueña de su futuro y constructora de sus anhelos.


Alejandro Concha M.



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